Francisco, ingeniero de 38 años, permite ilustrar el síndrome del sueño insuficiente.
Por causa de una recesión económica, Francisco fue despeddo de su trabao en jornada completa y recontratado por la mitad del día.
Casado y con tres hijos en buenos colegios, el ingeniero aceptó y, a la vez, buscó otros horizontes laborales para la media jornada libre.
Creó una pequeña empresa con un colega, que actuaba sólo de socio capitalista, y tuvieron la suerte de hacerse de varios clientes. Esto le obligó a trabajar un promdio de 14 a 15 horas diarias para obtener el monto original que percibió en su trabajo.
La falta de sueño y descanso pronto hicieron efecto: se quedó dormido al volante una noche que volvió a casa.
Por fortuna alcanzó a frenar, pero el pavimento resbaladizo lo hizo estrellarse contra un gran árbol. Salió ileso del choque; pero con su automóvil en muy malas condiciones. Por otra parte, todos los días se quedaba dormido, alrededor de las cinco de la tarde, sentado en su escritorio.
Los contratos de obras comenzaron a apilarse, lo que provocó discusiones y problemas con su socio.
Consultó a su médico general, quien lo derivó a un especialista en medicina del sueño. Ante la historia clínica, el médico sospechó de un síndrome de sueño insuficiente. Con el fin de descartar narcolepsia e hipersomnia idiopática, cuyo síntoma crucial es la somnolencia diurna, le realizó una polisomnografía y un test de latencias múltiples, ratificando el diagnóstico de sueño insuficiente.
Comments (0)